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viernes, 21 de marzo de 2014

LA BIBLIOTECA DE BARCELONA QUINDIO

No existe.  La razón es muy simple y a la vez compleja: la alcaldía de Calarcá, representada por el funcionario de turno,  se niega a nombrar un bibliotecario por motivos presupuestales.
Sin embargo, el asunto toma mayores proporciones cuando la Red de Bibliotecas Públicas del ministerio de Cultura se comprometió a dotar la biblioteca, sin costo alguno, una vez se nombre al bibliotecario.  
De acuerdo con un correo electrónico que recibí directamente de la Sra. Luz Adriana Martínez, asesora de la Red de Bibliotecas del ministerio de Cultura, es necesario llenar un formulario único de registro para que así se pueda crear la biblioteca pública de Barcelona.
Ellos se encargarían de:  dotación de tecnologías en articulación con el ministerio, formación para los bibliotecarios, promoción de lectura, manejo de uso de catálogos, administración de servicios a través de un programa para administración de bibliotecas, participación del bibliotecario en espacios de fortalecimiento regional y nacional como encuentros, congresos, seminarios y simposios, acceso a la oferta institucional del ministerio de Cultura como el Programa de Concertación y el Programa Nacional de Estímulos, asesoría y seguimiento por parte de la Red departamental de Bibliotecas y de la Red Nacional, entre otros.
El corregimiento de Barcelona va a cumplir su centenario de fundación en diciembre, con una población en el área urbana y rural de más de 15 mil habitantes, con dos colegios, una casa de la cultura que llevará el nombre del compositor José Rubén Márquez y que se inaugurará pronto, entre otros.
Allí se podrá dar espacio a una biblioteca pública.  Barcelona, como los pueblos del Quindío fue fundada por arrieros, guaqueros, aventureros, cazadores, campesinos colonizadores,  por mujeres valientes que tenían honor con la palabra y las acciones.
A veces me pregunto si la necesidad de la creación de una biblioteca pública obedece a una fantasía mía porque creo que es la imposición de mi ideología.  Por lo tanto pienso que habría que preguntarles directamente a los mismos barceloneses si quieren una biblioteca pública y estarían dispuestos a luchar para conseguirla. Las soluciones deben originarse desde la propia comunidad. Sin embargo, considero  que una biblioteca, ya sea digital o representada en una colección de libros en papel, no es un lujo sino una necesidad. Les toca a los barceloneses exigir su derecho a la educación a través de un espacio para la lectura, el estudio, el intercambio cultural y la recreación a través del mundo de los libros. 
 Barcelona es parte del Estado colombiano y ellos no deben permitir que se le niegue el derecho al acceso a la educación.  Ya no se trata de llevar un biblioburro a Barcelona, una maravillosa idea que se inventó un maestro de primaría en Magdalena para llevar libros a lomo de burro (dos: Alfa y Beto) a los niños de más de 15 poblaciones olvidadas, sino  que miles de habitantes puedan acudir a un lugar donde tengan acceso al conocimiento. Alguien tendrá que amarrarse los calzones para no caerse del burro lleno de libros.
Por Alister Ramírez Márquez - Nueva York


LA CRONICA DEL QUINDIO MARZO 21 DE 2014 OPINION

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