ANTAÑO ERA ASÍ...
Años sesenta, Barcelona escenario plaza principal;Batallón Rifles acantonado con un contingente de soldados para apaciguar este terruño ante la nefasta aparición de bandoleros que hacían de las suyas, el repelo, sobrante de las descomunales ollas en las que hacia de comer el ejercito, servia de lenitivo para que mas de un pelafustanillo por la tarde mitigara su inanición.
Disputas futoblisticas donde Once Amigos y Real Barcelona eran los antagonistas dominicales que alegraban con sus magistrales y colosos jugadores a miles de aficionados que se agolpaban en los alrededores de toda la plaza, Apuestas a granel, intercambios con equipos de otros municipios, revanchas cuyos precios oscilaban entre 4 y 5 pesos que pagaba el contendor de turno o equipo local. Gazaperas muy continuas por culpa del arbitro que sin ninguna indumentaria deportiva y el desconocimiento total del reglamento dirigía el compromiso muchas veces en alpargatas, a pie limpio con pantalón largo y con bocamanga de cuarenta centímetros y camisa de colores dominguera. sin faltarle en la cintura sus tres canales de veinticuatro pulgadas; por si de pronto los autores del litigio le lanzaban el consabido madrazo. en ese tiempo no había tarjetas amarillas ni rojas pero el juez del partido imponía el orden amenazaba con una aplanchada después del compromiso.
Cafetines alrededor de la plaza donde los bohemios escuchaban los "éxitos" de Olimpo Cárdenas, Julio Jaramillo, los Cuyos, Conjunto América, Lidia Mendoza, Daniel Santos y otros tantos que sirvieron de tonada amarga para que mas de un contertulio formara la pelotera por el amor de una mujer ingrata.
Teatro Imperio, donde se invitaba a los cineastas con las notas del pasodoble, España mi Bella España, para ver las películas de los Cinco Halcones, Viruta y Capulina, Clavillazo, Los Hermanos VIllalobos, el Águila Negra, Santo el enmascarado de Plata y otros ídolos que se quedaron en el corazón del pueblo y donde nacieron el guapo, el bobo y la muchacha. época del famoso casado, emparedado gastronómico compuesto por un buñuelo y tremenda gelatina para que famélicos jugadores de azar calmaran la gurbia de intensos días de ayuno. temporada de escuela donde el maestro era un profeta que enseñaba la doctrina de las bienaventuranzas.
La tienda escolar todo un mercado persa; donde se vendía papas saladas, chorriadas o con guiso y el famoso misisigui o chancarina, todavía de moda en algunos hogares pobres, extraño invento de la química campesina; maíz amarillo que se muele y luego se le mezcla azúcar para darle un delicioso sabor a pueblo pueblo.
Tiempo de circos que traían comedias como Genoveva de Bravante, Pasión de Cristo, el Derecho de Nacer, obras montadas por dramaturgos y actrices salidos de la bohemia callejera; magos prestidigitadores que hipnotizaba todo un publico, uno de ellos hizo un raro numero: dijo que tenia el poder de desaparecerse; lo realizo y desde entonces no se sabe de el, algunos aseguran que se voló con el billete que se le habían entregado para realizar un hechizo de amor.
Ciudades de hierro, culebreros, hechiceros, propagandistas, curanderos, épocas del "trompo, ancla y mariposa" juegos naturales sin ninguna tecnología que servían para esquilmar al incauto parroquiano, Ferruco Rey de España, cuando sale con su gorrito todo lo apaña, anunciaba el pregonero que tenia que bonito entretenimiento de donde apostaba toda la prole. templo parroquial, cura: Bernardo Torres carismático y descomplicado con una intuición bautismal para colocar apodos los : los "mariamugres", "los gazaperas", "los roba huevos", "los kilos", el famoso "Julio frutas" remoquetes que aun tienen vigencia; y alrededor del parque los patos del pueblo escuchaban atraves del alto parlante de la cacharreria el pletórico humor de Montecristo.
Tiempo de boticas de ahí aquel dicho "aquí tenemos todo como en botica" quien la atendía era un guerrero de la medicina que había aprendido en la escuela de la vida que la mejor salud es la honradez, Reinaldo Caro hacia honor a su apellido, hombre inexorable en su mandato que mas de un hurtador dejo por varios años en la cárcel, Marcos Buitrago inspector filantropo que alguna vez cogió aun atacamancha y este suplicándole que no lo fuera a "encalabozar" el generoso funcionario saco de su bolsillo unos cuantos pesos diciéndole al reo, "hay le doy para que compre carne y se haga un buen sancocho" Antaño era así, hermoso, encantador, elemental y bueno. que tiempos aquellos cuando los hombres guapos del pueblo se trenzaban en lucha de leones por la pasión de una mujer, pero cuando uno rodaba por el piso su contrincante le tendía la mano, por que a un hombre no se le tiraba en el suelo, eran esgrimistas bravos, malabaristas del machete y la peinilla.
Tiempos en los cuales se hacían promesas con palabra de honor que ya no existe.
Aparte tomado de la Revista el Niño
escrito por Nelson Murillo Castaño
Barcelona Quindio.
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